Columna de humor #3 - Primer mes de caravana

Quizás suene exagerado, pero voy a comenzar diciendo que vivir en caravana te muestra todo lo que un ser humano ES en profundidad. Te despoja de casi todas tus pertenencias y te acostumbras a vivir con poco, que paradójicamente es mucho.

Esta vivencia, ajusta todas las tuercas de la cabeza, te acerca de manera total a la vida real, que está fuera de todas las distracciones que tenemos hoy en día. Al final, veo con claridad que somos una especie muy fácil de trastornar pero también fácil de sanar, si te entregas al proceso. Yo desde luego, estoy entregada, entregada a vivir el día a día, sin correr, dejándome llevar con el ritmo del sol (intentando, al menos), desconectándome cada día más de cualquier pantalla, conectando con mi pareja, mi perro y dejándome sentir.

Después de todo el día en movimiento, el final del día, es uno de mis momentos favoritos por el momento, si te das el trabajo y el lujo de hacer de manera continua barbacoas, vives el privilegio de comer del fuego, bajo las estrellas, con el sonido de los árboles y algunos vecinos.

Desde luego, todo lo vivido es una delicia para personas altamente sensibles, aquellos que ponemos una lupa sobre pequeños detalles, para mi es gusto despertarme en las mañanas y ver la cara de dormidos de mis vecinos que se acercan al baño, ver a parejas, familias y amigos preparar sus desayunos, echarse crema solar el uno al otro, hablar sobre la pelea nocturna de gatos que hubo en la madrugada y sin fin de detalles que personalmente, calman mi mente y me acercan al sentimiento de humanidad.

Al final del todo, si nos vemos desde fuera no somos más que un zoológico de humanos en un camping.